"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

viernes, 23 de diciembre de 2011

Nuevo Gobierno

Esta es la alternancia gubernamental con algo más de detalle que la que aparece en los medios tradicionales:
- Ministro neoliberal: entra Luis de Guindos y sale Miguel Sebastián.
- Ministro de la "puerta giratoria" (con el sector privado): entra Morenés y sale Garmendia.
- Ministro de la porra: entra Jorge Fernández y sale Rubalcaba(*).
- Ministro de la torpeza: entra Montoro y sale Salgado.
- Ministro del euroombliguismo: entra Margallo y sale Jiménez.
- Ministra tonta del bote: sale Leire Pajín y entra Ana Mato.
- Ministro contra el Medio Ambiente: entra Cañete y sale Aguilar.
- Vicepresidenta diva, divina y prepotente: entra Soraya y sale María Teresa (aquí los apellidos sobran, al igual que con las estrellas, nos basta con el nombre artístico)
- Encargado segundo: Sale Zapajoy y entra Ratero.
- Encargada primera: repite Angela Merkel.
- Mandamases: repiten Goldman Sachs, BSCH, Deutsche Bank, Siemens...
(*) Me permito alguna licencia poética en recuerdo de viejas glorias zapateriles.

P.D. Puesto que yo me rijo por el calendario laboral del Gran Wyoming, nos vemos de nuevo el día 9. Felices fiestas a todos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Muchopsoeporhacer.com

 

A continuación os trascribo la “carta” que he enviado a la “corriente” muchopsoeporhacer, y que, sin duda, habrá ido directamente  a la papelera de reciclaje:

 

Estimados vecinos ideológicos:

El socialismo o la socialdemocracia, o “hacia el socialismo por la democracia”, o como quiera llamarse vuestra ideología, es, ante todo y sobretodo un pensamiento económico. Sobre esta base y sobre el modelo económico que se deriva (una economía mixta, en transición hacia una economía socialista) se asienta todo lo demás (políticas sociales, avance en los derechos, reconocimiento de nuevos derechos civiles): si los cimientos se caen, el resto del edificio “progresista” se desmorona. Este es, a mi juicio, la raíz del problema en que os veis inmersos.

Cualquier análisis no debe desconocer los aspectos del pasado, presente y futuro, relevantes para poder encontrar las soluciones. En mi opinión estos aspectos son:

I.- Pasado:

Respecto del pasado, nada vale la crítica de aquello que ya no tiene solución, ni tampoco sustituir la crítica a las políticas por la crítica a las personas. De nada os sirve llorar por la leche derramada, ni culpar de ello a determinadas personas, muchas de las cuales ya han abandonado la vida política. Pero sí es interesante retener dos hechos:

1.- En primer lugar sin crisis el PSOE (me resisto a llamarlo Partido Socialista, porque creo que de Pablo Iglesias sólo quedan las siglas) no hubiera perdido las elecciones: luego la causa determinante de la derrota es la crisis. Esta conclusión es importante, porque también es posible que si la crisis (dios no lo quiera) continúa, o incluso si se agudiza, también sea la causa de una futura derrota del PP, lo que es un acicate para “dejar las cosas sin hacer” y esperar al devenir de los tiempos. Algunos, con seguridad, se apuntan a esta solución: aguantar.

2.- En segundo lugar los errores del gobierno del PSOE ni sólo se producen a partir de la crisis, ni tienen que ver (“solo” repito) con las medidas antisociales de la última época: los errores proceden de un modelo económico neoliberal o socioliberal, diseñado por “la nueva vía” e implementado ideológicamente a partir del XXXV Congreso del PSOE. Tan dañinas como las medidas antisociales de la última época, fue la gestión en la época del crecimiento insostenible. Estaba fuera del alcance de nuestro gobierno evitar la crisis mundial que se avecinaba, pero sus políticas en esa época del “tutto bonito” han sido determinantes para que en el Estado Español la crisis sea mucho más aguda. Los errores de esa época (2.004-2.008) son de tres órdenes:

a) En primer lugar se renunció a cambiar el modelo productivo, negándose incluso la existencia de una burbuja inmobiliaria.

b) En segundo lugar se olvidó el paradigma keynesiano que exige, para mantener una senda de crecimiento estable, la adopción de políticas anticíclicas, que permiten compensar los supéravits presupuestarios de las etapas de crecimiento con los déficits de las épocas de recesión, buscando el presupuesto equilibrado en el ciclo. El abandono de esta posición (socialdemócrata) supuso rebajar impuestos, rebaja que fue además absolutamente injusta pues se suavizó la tributación de las rentas del capital y de las ganancias de capital, blindar la tributación de las SICAV, se permitió la práctica exención de la tributación de los beneficios que las grandes empresas obtenían del extranjero (ETVE, deducción del fondo de comercio financiero…), se suprimió el Impuesto sobre el Patrimonio y así un largo etcétera de despropósitos en materia tributaria, que, al igual que la cigarra del cuento, permitió llegar al invierno con la despensa vacía.

c) En tercer lugar se renunció a desarrollar el “cuarto pilar” del Estado del Bienestar: guarderías, residencias de ancianos… Hasta la Ley de la Dependencia llegó tarde. En su lugar el desarrollo del Estado de Bienestar se sustituyó por una política de “cheques” (cheque bebé, 400 euros, continuación de la deducción por madre trabajadora), medidas que eludieron la responsabilidad que obligaba a un gobierno socialdemócrata, que también fueron procíclicas en lugar de anticíclicas y que, en su consecuencia, “calentaron” más la ya recalentada economía española.

Lo peor de todo ello es que nada se hizo por azar, sino que correspondía a la hoja de ruta que el modelo económico de un “socialismo neoliberal” (Nueva Vía) tenía en mente, a veces de forma directa (“la política económica se hace con la mano derecha y la política social con la mano izquierda”), a veces de forma solapada (diciendo una cosa y haciendo todo la contrario, como ha sucedido en la lucha contra el fraude fiscal, con una Ley que se ha convertido en una nueva atadura a las actuaciones de inspección) . La conclusión que se debería sacar es que el PSOE no puede abandonar su modelo económico socialdemócrata, o dejará de existir. Haberlo abandonado probablemente haya ocasionado ya un daño irreparable.

II.- Presente:

Interesa invertir el orden de las cosas, manteniendo una actitud de resistencia hasta que se pueda planificar el futuro. En ese orden de cosas hay tres acciones inmediatas:

1.- Una oposición muy dura a cualquier iniciativa económica del gobierno que se aparte del modelo socialdemócrata, venga impulsada por el propio gobierno español o por mandato de la Unión Europea: se trata, por encima de todo, de ser fiel a vuestra ideología, no de ser fiel a las instituciones.

2.- Una recuperación de los municipios y comunidades autónomas donde existe una mayoría de izquierdas. Desarbolado el poder territorial del PSOE a unas cuotas que difícilmente aseguran su supervivencia (pues los partidos viven, también, de gestionar los presupuestos) interesa recuperar poder pactando con Izquierda Unida, al precio que sea: si para ello hay que apartar personalidades históricas o ceder cuotas de poder a esa coalición, debería hacerse. Hay que tener en cuenta que IU sigue sin capitalizar el descontento del votante de izquierdas y que sus estructuras están aún más anquilosadas que las vuestras, por lo que es posible que cualquier coalición revierta, incluso en beneficio vuestro. El caso de Extremadura es paradigmático: es una afrenta que una comunidad cuyos ciudadanos se expresaron mayoritariamente por una opción de izquierdas haya acabado en manos de la derecha: pasados los momentos iniciales de “desquite” es necesaria ya una moción de censura. Otro tanto cabe predicar de municipios en los que se produce esta misma circunstancia.

3.- Una defensa numantina de la Comunidad Andaluza: deben retrasarse las elecciones autonómicas todo lo que sea posible y presentar, para entonces un proyecto absolutamente regenerado, con caras y planteamientos nuevos: El tiempo es un factor esencial, pues cuenta en contra del PP y a favor de la regeneración, pero hay que empezar ya.

III.- Futuro:

Al PSOE se le abre el dilema de elegir entre ser un partido “del cambio” o “del recambio”: si elige este segundo camino, desde luego el más fácil, sólo queda esperar a una posible alternancia al estilo Cánovas-Sagasta. Pero si elige la primera vía tiene que actuar en los siguientes órdenes:

1.- Debe empezar limpiando la casa por dentro, recuperando (si es que alguna vez la ha habido) la democracia interna. Mecanismos como las primarias son fundamentales, pese a quién pese, pero también lo es la necesidad de que buena parte de las decisiones se tomen de acuerdo con modelos de democracia participativa, incluso en las decisiones más nimias de una agrupación local. En las sedes hay que tirar los tabiques de los despachos para hacer salas de reuniones: cualquier cargo debe estar expuesto a todo tipo de críticas de afiliados y simpatizantes: y si no está dispuesto a ello, que abandone la nave: “no da el perfil”.

2.- Una vez limpia la casa hay que pensar en ampliar los cimientos, la base: se trata de dar acogida a todos los grupos e individuos definidos o autodefinidos como “de izquierdas”. Debe cesar la persecución a determinadas corrientes como “izquierda socialista” y, aún más, debe fomentarse la existencia de corrientes dispares. Hay que salir a la calle a “captar” militancia, en lugar de encerrarse en el menor número de personas que me permitan tener controlada una determinada agrupación. Hay que colaborar y conseguir integrar a “oenegés” especialmente en el ámbito la economía y lo social.

La percepción que muchos hemos tenido estos años es que el PSOE se parecía al clero: un grupo de personas, encerradas en palacios episcopales y coches oficiales que permanecían sordas y despreciativas a cualquiera de los que nos encontramos fuera pero en el entorno, simplemente como si fuéramos basura. Esta situación debe cambiar: allí dónde se vea cantera hay que fichar. Sólo así el PSOE podrá ser el “gran” partido de la izquierda. Una de las críticas más severas de la gente que se considera de izquierdas es el bipartidismo y la poca visibilidad que alcanzan, grupos, partidos, grupúsculos minoritarios. Esto, en sí, no es un problema, siempre que puedan ser oídos, estar representados y ser partícipes de las decisiones de un gran partido de izquierdas; pero, sin embargo sí es un gravísimo problema si, todas esas sensibilidades no encuentran otra salida que presentarse en las elecciones o en la calle, de forma fragmentada: no hay que enfrentarse a ellos pensando que debilitan la izquierda, hay que plantearse qué errores hemos cometido, para no ser capaces de integrarlos en nuestro (vuestro quiero decir) partido, pese a ser primos hermanos y una fuente de ayuda formidable.

3.- Si se lograra hacer todo esto, y se retornara a la senda del socialismo o de la socialdemocracia (pues ambas sensibilidades conviven en el alma del partido) habría que sentarse a redactar un proyecto en lo material y en lo formal. En lo material hay que retornar a los principios clásicos de la socialdemocracia o del socialismo, con todas las modernizaciones que se quiera pero sin que esas modernizaciones contradigan el estado general de los cimientos, o, lo que es peor, que inviertan la carga, y haga recaer el peso, en vez de sobre los pilares o columnas de la ideología, sobre los adornos o aspectos accesorios de tal o cuál moda.

¿Y cuáles son los pilares de la socialdemocracia? Son, como dije al principio, pilares económicos que se centran en el cambio de las relaciones de producción y en la distribución del producto. No hay que olvidar que, como en la economía, vuestro modelo tiene dos caras: la producción y la distribución.

En el ámbito de la producción se necesita, desde luego, “más Estado”: más estado, en forma de regulaciones, para controlar las empresas, para evitar los desmanes de las “empresas financieras” o de los que deslocalizan la producción o de los que producen a costa del medio ambiente, o del bien común. Hace falta también más Estado para nacionalizar la producción de aquellos bienes y servicios en régimen de monopolio natural o que se consideren básicos (Sanidad, Educación…). Hace falta más estado para evitar que sean los mercados los que manden, que se produzca sólo lo que el mercado demande, o que la soberanía caprichosa del mercado nos empuje hacia el final de la humanidad sólo porque el último trozo de recurso disponible se entregue al que está dispuesto a pagar más por ello. Hace, finalmente, falta más estado, para ir avanzando, paso a paso, hacia el socialismo.

En el ámbito de la distribución las posiciones socialdemócratas implican una redistribución pacífica de la riqueza. Hace falta quitar al que menos necesita para dar más al que más lo necesita y, hay que reconocer que, a falta de solución mejor, las necesidades tienen que ver con la capacidad económica, por lo que no nos tenemos que ruborizar si identificamos al que más tiene con el que menos lo necesita y al que menos tiene con el que más necesita. Por lo tanto, hay que desarrollar políticas redistributivas tanto en la parte del gasto como en el ingreso.

Las políticas redistributivas en la parte de los ingresos han sido las grandes olvidadas en la época del gobierno del PSOE y deben ser rescatadas, tanto porque forman parte de las esencias de la socialdemocracia (que pague proporcionalmente más el que más tiene) como por las necesidades financieras presentes. En esta línea hay que recuperar y actualizar impuestos como el de Patrimonio (y no su simple restablecimiento) el de Sucesiones y Donaciones (haciendo tributar las herencias y donaciones de alto importe con independencia del grado de parentesco) y el tratamiento de las rentas “pasivas” en el IRPF. Además hay que crear nuevas figuras impositivas , contra el deterioro ecológico, contra la especulación como la Tasa a las Transacciones Financieras Internacionales e incluso revisar los aranceles en contra de aquellos países que practican la explotación descarada de sus trabajadores. Estas últimas medidas, es obvio, trascienden al ámbito nacional, pero deberían ser propuestas programáticas recogidas igualmente y compartidas con el resto de partidos socialdemócratas del mundo.

En la parte de los gastos la redistribución va en defensa de los pilares del Estado de Bienestar: pensiones, educación, sanidad, desempleo, dependencia. Todo esto no debe recortarse sino ampliarse, a costa de un aumento de la recaudación impositiva procedente de los que más tienen. Pero no tenemos que quedarnos sólo en la consignación de la cuantía presupuestaria, es necesario defender también una forma de gestionar estas prestaciones: la gestión pública. Debe haber pensiones, sí, pero pensiones públicas, en sistema de aportación intergeneracional (y no en capitalización), gestionadas por la Seguridad Social y financiadas con los recursos necesarios, cuotas y todos los demás que sean necesarios, en lugar de elevar la edad de jubilación por insuficiencia de los recursos afectos (cuotas a la Seguridad Social): si estos se revelan insuficientes habrá que complementarlos con recursos generales. Otro tanto sucede con la educación: debe ser pública y gratuita en los niveles previos a la universidad, y, para ello debe desplegarse una red de escuelas públicas de calidad que haga sencillamente estúpida la decisión de los padres de llevar a sus hijos a la enseñanza concertada, siendo ésta peor que la pública. La Sanidad también debe ser gestionada públicamente, con criterios no de rentabilidad en el tratamiento, sino con el criterio médico pertinente: esto, por cierto, sólo se consigue si la gestión no está sometida a la rentabilidad económica.

Se trata en definitiva no sólo de pelear por las cantidades, que desde luego deberían ser más elevadas que las actuales, sino también en la forma de gestionar, que en un modelo socialdemócrata sólo debería ser una: La gestión pública.

4.- Cualquier programa socialdemócrata trasciende las fronteras de los Estados, exista o no una Unión Europea. Las primeras Internacionales políticas y de trabajadores se concibieron de esa manera en un mundo en el que los Estados frecuentemente estaban en guerra entre ellos. Pero con la Unión Europea esta necesidad es mucho mayor. La solución a los males de la socialdemocracia no saldrá de España, pues nos falta relevancia ideológica, moral y de conocimiento frente, no sólo al mundo, sino a países con partidos progresistas e individuos intelectualmente más desarrollados. Pero el PSOE puede ser parte de la solución si se incorpora a un proyecto europeo verdaderamente socialdemócrata. Hay que internacionalizarse, siempre y cuando sepamos claramente cuál es la línea ideológica en otros países que más claramente nos representa y no demos por sentado que cualquier partido, por el hecho de pertenecer a una Internacional Socialista es, precisamente, socialista: ello implica analizar programas de otros partidos en otros estados, y tratar de enlazar vínculos, oficiales y oficiosos, con aquellos partidos que de verdad contengan algo socialdemócrata en sus programas.

Pero con la Unión Europea existe una cuestión adicional. Al margen de las afinidades de partido, las estructuras institucionales forman parte de nuestras propias estructuras y eso es algo insoslayable. En mi opinión no es posible abandonar esas estructuras de forma alegre, ni siquiera es conveniente abandonar ese invento del maligno que es el euro, ahora que ya lo hemos incorporado a nuestro “acervo” institucional. Pero, esto es una cosa y otra es negar la existencia de alternativas. ¡Claro que las hay! No debemos renunciar a transformar las instituciones europeas y su política, su forma de hacer las cosas. Para empezar hay que democratizar estas instituciones, fortaleciendo el poder del Parlamento Europeo en detrimento de todos los demás órganos de gobierno de la Unión. Hay que desplazar la idea de un gobierno “tecnocrático” y pasar a un gobierno europeo “político” (realmente ya lo es) y “democrático” (esto no lo es). Y además hay que conseguir una verdadera unión social y no sólo económica. Pero esto no se hace si no se cuenta con aliados en forma de partidos en todos los estados de la Unión.

El mundo de la izquierda puede que ya no sea eurocéntrico. Es posible que Latinoamérica haya tomado ya el relevo (yo así lo espero) y que no nos hayamos enterado, sencillamente porque no hemos mirado para allá o lo hayamos hecho con la prepotencia de un antiguo imperio colonial o con la ignorancia de unos medios de comunicación que presentan la realidad política de esos países como algo histriónico y subdesarrollado. En este sentido mi consejo es mantener los mismos lazos con los partidos, movimientos, intelectuales… de esa parte del globo que con los homólogos europeos y estar muy pendientes de sus iniciativas sociales y económicas: y, en muchos casos, simplemente copiarlas.

5.-Queda la parte del “enfoscado”. Quizá el PSOE se vea abocado a un proceso de “refundación”, en cualquier caso habrá un nuevo PSOE, y en ese nuevo PSOE no pueden “dar la cara” (otra cosa es trabajar en cocina) todas las personas. Hay gente que no puede dar la cara porque las ideas de ese nuevo PSOE y en general las ideas de la socialdemocracia no son las suyas y es difícil que piloten algo en lo que no creen. Pero, además, tampoco puede dar la cara gente demasiado comprometida con el “régimen anterior”: es muy difícil que la ciudadanía entienda el travestismo de quién hace poco tiempo representaba todo lo contrario de lo que antes defendía y esa falta de entendimiento se traduce en pérdida de credibilidad, desconfianza en el cambio y desafección a la hora de votar. Quizá sea un sacrificio injusto, porque es posible que esa gente de verdad crea en el nuevo proyecto y es posible que siempre hayan estado (en minoría) sosteniendo estos valores, pero es un sacrificio necesario. En un mundo mediatizado es muy difícil que el observador entienda algo si siempre siguen las mismas personas.

IV.- Conclusión:

Trabajo hay mucho por hacer. Hay mucho PSOE por hacer. La cuestión es que ”la mies es mucha y los jornaleros pocos”. Tampoco está asegurado el resultado pues el descrédito en el que ha caído el PSOE entre la ciudadanía llevará varias generaciones solventarlo. Pero merece la pena intentarlo. Cuando todos estos problemas, que hoy nos parecen insalvables, hayan sido solucionados, nos (“os” quería decir) quedará la tarea más difícil: si se recupera el poder, no volver a traicionar al electorado.

Un abrazo de un amigo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Espolí

                Menudo espolín están armando algunos con el dichoso "expolio fiscal". Y digo espolín porque la primera vez que oí el término a "halftraducir" el "boli" instintivamente se me fue al papel para poner una "x" encima de la "s": luego ya ví que el término catalán original "expolio" es "espoli" y, claro, a la hora de traducir, la cosa queda a medias.

               Ahora viene lo más curioso. Tomemos el término "espolín". Según el diccionario de la Real Academia Española (DRAE), academia que, por cierto, los incultos la llaman "Real Academia de la Lengua Española", institución a todas luces inexistente, según ese diccionario, decía antes de la digresión ("disgresión" para los anteriores), "espolín" quiere decir:

1. m. Espuela fija en el tacón de la bota.
2. m. Planta de la familia de las Gramíneas, con cañas de más de tres decímetros, hojas parecidas a las del esparto, y flores en panoja con aristas de cerca de tres decímetros, llenas de pelo largo y blanco, por lo cual sirve en algunas partes para hacer objetos de adorno.
3. m. pl. Par de rollizos que por un extremo se enganchan en la trasera de carros y camiones y por el otro descansan en el suelo. Sirven a modo de rampa para la carga y descarga de objetos pesados, especialmente toneles y bidones.

             Lo curioso viene ahora: en mi tierra, espolín tiene otro significado: jaleo, alboroto, vocerío. Con este simple truco de magia ya podía dar por resuelto este "post". Pero, en fin, mis obligaciones implican ir más al grano.


                 En este tipo de debates conviene empezar recordando que los impuestos no los pagan los territorios sino los contribuyentes. Es tan absurdo decir que el IRPF lo paga Cataluña como decir que lo paga Somosaguas o la Moraleja: son los contribuyentes de Cataluña, Somosaguas o la Moraleja los que verdaderamente pagan los impuestos. Si en ese territorio, comarca, barrio o comunidad de vecinos hay muchos contribuyentes el ingreso será mayor. Si, además suponemos que la imposición es progresiva, esto es que proporcionalmente paga más el que más tiene(*) resultará que el ingreso tributario será mayor en aquellos territorios, barrios, casas... en los que tengan su residencia fiscal los contribuyentes con mayor capacidad económica.
            Es un principio básico de cualquier Estado Social y Democrático de Derecho, y subrayo "social" tratar de distribuir la riqueza: esto implica que el Estado debe hacer de Robin Hood y quitar a los ricos para dárselo a los pobres: ¿A qué pobres? ¿A los parias de la tierra, o a los pobres de mi comunidad, parroquia, barrio, familia...? Aquí entra en juego el concepto de soberanía fiscal. Aunque a mi juicio y el de otros internacionalistas "piraos" la redistribución debería ser en favor del ser humano más desamparado ("no hay más patria que la humanidad"), la existencia de muros, murallas, muretes y alambradas, físicas y jurídicas, supone que esa redistribución se quede mayormente entre "nuestros pobres domésticos". Para los demás quedan las "oeneges", la beneficencia y el telemaratón (de ahí el interés de defender "el 0,7%).
             El concepto de "redistribución de la riqueza" es fundamental porque los impuestos no son la contraprestación a los servicios que el Estado presta, o no sólo eso, va más allá. Uno de los fundamentos del neoliberalismo es concebir el impuesto como una tasa o precio público, algo que se paga a cambio de un servicio o de la utilización o aprovechamiento de un bien de dominio público. El daño que esta concepción neoliberal ha causado es muy elevado pues ha destruido cualquier concepto de solidaridad (o de fraternidad en la terminología revolucionaria francesa). Desde este punto de vista la idea de un "expolio hacia Cataluña", basado en las trucadas balanzas fiscales (que ahora no puedo entrar a rebatir) no es más que una variante del "expolio hacia los que pagan más de lo que reciben", es decir, del expolio a los ricos.

                   Por otra vía, Vicenç Navarro llega al mismo resultado en una reciente entrevista (hay que leer hasta el final, pero merece la pena): incluso acuña el término "expolio social" como reverso del "expolio nacional": se trata no de cerrar las fronteras en el Ebro para que los (menos) pobres catalanes retengan sus impuestos antes de que se "fuguen" a los (más) pobres extremeños, por ejemplo: ¡No! De lo que se trata es de que los pobres catalanes, extremeños, murcianos... exijamos que los ricos empiecen a pagar impuestos, sean esos ricos madrileños, catalanes, gallegos o valencianos. Porque lo cierto es que hasta ahora no lo han hecho y se ríen (cuando no las incitan) de las peleas que tenemos entre los pobres por un "chusco" de pan.

              Por esta parte de Celtiberia me mato a predicar que no conozco ni creo que exista ningún catalán tan malnacido que prefiera que el dinero que se le detrae en impuestos se destine a poner mármol en las aceras de Cataluña antes que a enseñar a leer a los niños extremeños o a operar de una cadera a una octogenaria andaluza; aunque, posiblemente tuviera algo que decir si el destino fuera hacer una pista de patinaje sobre hielo en el centro de Antequera. Lo sigo pensando, pero cada vez creo más que los neoliberales tienen mejores equipos de "marketing" social que yo.




(*) El término "proporcionalmente" es esencial: no se trate de que pague más el que más tiene: esto se puede hacer con un modelo regresivo en el que, por ejemplo, el que gana 100 paga 10 y el que gana 1.000 paga 20. En este caso el que gana más paga más, pero proporcionalmente paga menos que el más pobre. Esta pregunta es un clásico en los exámenes de mi asignatura.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Highway

                  Con nada que hacer la "peña" esta semana,  ausente el que nos va a intentar gobernar los siguientes cuatro años, desconocidos sus secuaces y silenciadas (aunque conocidas) sus políticas los medios de intoxicación tienen que recurrir al viejo tópico de todos los años: ¿la navidad?, ¿el derbi “madridbarsa”? ¡No, hombre, no!:  la utilidad de los “puentes”.
                   Y aquí, como en el “fumbo” dos bandos irreconciliables: por un lado los que opinan que son nocivos, perjudiciales para la economía del país; en el otro los que defienden su utilidad como incentivador del consumo. Unos y otros cuentan la feria según les va y al final, "reunión de pastores, oveja muerta", es decir, trabajador (aún más) jodido.
               Es sorprendente, pues todos coinciden en que una de las causas por las que la crisis económica es más aguda en el solar patrio que en otros países, es el desplome del consumo interno. Y es sorprendente también la ignorancia de las condiciones determinantes del consumo:
-          En primer lugar está, como no, la cartera: si hay “guita” se consume, si no hay se muere uno de hambre (o de frío, o de alguna enfermedad) ante la indeferencia de los economistas liberales. A partir de ahí  coinciden teorías económicas “clásicas” y keynesianas: consume más el que más pasta tiene, pero proporcionalmente más el que menos tiene. Conviene no confundir la cuantía del consumo (consume más el que más tiene) con la propensión marginal al consumo (el pobre consume más parte de su renta  (toda si no le alcanza para vivir, casi toda si apenas le alcanza…)  que disminuye a medida que aumenta la renta. Es una interesante reflexión para deducir que si lo que quieres animar el consumo, el euro se lo tienes que dar al pobre de la esquina, para que lo gaste, aunque sea “en vino”, antes que al Tío Gilito, para que lo almacene en su depósito.
-          En segundo lugar está la percepción psicológica: si a fin de mes uno piensa que la nómina que cobra va a ser la última que cobre (o la penúltima) tratará de conservarla como oro en paño. Lo mismo hace el funcionario con la paga extra si piensa que le van a recortar el sueldo. Esta mentalidad de hormiga en lugar de cigarra, tan ponderada entre los economistas clásicos y los empresarios que esperan vender sus productos a los marcianos, es devastadora para los mismos que la preconizan… ¡Pero es que la gilipollez empresarial no tiene cura!
-          En tercer lugar, y es lo que viene al caso, se necesita tiempo para consumir. Si no se tiene no se puede consumir, porque los días se pasan en currar, comer y dormir. Si uno acaba su jornada laboral “baldao”, como mucho verá la televisión. Si se le da libranza tres horas cada quince días (como pretende la patronal) podrá irse a tomar un vino, pero difícilmente se hará el “tour de los pueblos blancos”, suponiendo que los tres maravedíes que le dé el patrón, alcancen para ello. De ahí la importancia de los días feriados, las horas libres, las vacaciones: permiten al obrero tener tiempo libre y poder consumir, al menos una parte, de la mierda que produce y que es la que permite que la rueda del hámster, conocida como capitalismo, rule.
                   Pero , al final, como os decía, ninguna opinión es libre ni inocente. Hay negocios para los que los puentes son una jodienda, para otros es indiferente, y, por último, para otros los puentes son una bendición. Entre los primeros tenemos actividades como la telefonía  (la gente se levanta más tarde, llama menos porque se vé más), los medios de comunicación (en vacaciones y fiestas, se consume menos tele, se leen menos periódicos) o la construcción (se enfría el encofrado). Entre los indiferentes intuyo que ha de encontrarse la banca y los sectores financieros: estos no descansan, siempre, en alguna parte del mundo hay un mercado abierto y todas las transacciones son electrónicas, para ellos la gente es un “accidente prescindible”. Finalmente  entre los que se frotan las manos están los centros comerciales (encima este puente es siempre “prenavideño”), también el pequeño comercio, la hostelería, la restauración y (¡ay!) las gasolineras…
                         Que el simple de Francino se incline por su supresión es normal, en el fondo trabaja para el primer grupo. Que la CEOE también quiera que se elimine un puente como éste tiene más difícil explicación, sobretodo si se tiene en cuenta que la mayoría de los empresarios de este país son pequeñas empresas que se dedican a la hostelería o  al comercio. Acredita, una vez más, que esta organización no vela por los intereses de los pequeños empresarios, sino por el de las grandes empresas: es un dicho común (que yo comparto, venga ¡hala, a criticar!) que “no hay nada más tonto que un obrero de derechas” a lo que habría que añadir que “no hay nada más gili que un pequeño empresario afiliado a la CEOE”)

PD. Aprovecho este puente para tragarme la serie entera de novelas de Markaris sobre el detective Jaritos (son siete novelas, la última, “con el agua al cuello”, si no la piratean en breve, me la tendré que comprar): me encanta este autor: su estructura narrativa funciona como mi cabeza, sus novelas son una ácida crítica social, su lenguaje sirve para “afilar” el mío: luego dicen que lo que  hablo/escribo es soez...

sábado, 3 de diciembre de 2011

Tirar a bulto

                ¡Bueno, venga, va!: La parte cómica de la hijuela: la palabreja “emprendedores”. Quizá se merezca un sillón en la Real Academia Española, en la salita de palabras y personajes huecos, o directamente en el salón de payasos de esa Institución (para que Pérez-Reverte no se encentre tan solo). Podríamos incluso acompañarla de la palabra “gobernanza” (y juntarle con Cebrián, que también es académico) o incluso la de “empresista”, palabro que he visto en los carteles de los, en el futuro, extintos Colegios de Titulares Mercantiles y que asocio a una especie de parásito (simbiótico) del capitalista al cuál le hace el trabajo sucio y, a cambio, come.

                   No sé si ya he comentado en este blog (si lo he hecho, permitidme, que como el abuelo Cebolleta, me repita) la profunda impresión que me produjo, estando tomando unas cañas con mi mujer, en el establecimiento que hay enfrente de mi casa cuyo nombre empieza por e y acaba por ele (vivo en barrio “enemigo”, oir a una tipa, de estética pepera (rubio de bote, pelo liso o alisado, pendientes de perlita, carita de Ana Mato (¿hay clínicas estéticas para ellas? Y, si las hay ¿sólo tienen un molde?) decir que su hijo lo tenía muy mal en este país porque aquí no se cuidaba a los “emprendedores” (más mimines a los emprendedores que diría la Chacón, empezando en este caso, obviamente, por su marido): entonces me dí cuenta de que, efectivamente, éste era el problema de este país: que “emprendedores” hay muchos, pero camioneros, fontaneros, carniceros, fruteros, arquitectos, gasolineros “y tal y tal”, hay pocos, tal vez ninguno.

                 Antonio Muñoz Molina (exfuncionario del Servicio de Aguas del Ayuntamiento de Granada) decía una ver en un artículo que la sociedad (incorrectamente, aclaraba) veía a los funcionarios como seres vagos, de habilidad indefinida”. No se me ha olvidado la definición porque jamás ví una descripción más certera de lo que yo soy, parecía que lo hubiera redactado pensando en mí. Parafraseando podemos decir que el “emprendedor” es un ser de habilidad indefinida y, por lo mismo, también un ser vago pues, de otra forma, hubiera aprendido un oficio (para ejercerlo como autónomo o como quiera). O bien es eso, o es que le da vergüenza decir a qué se dedica, como en el caso de Antonio Recio, prototipo del perfil socio-económico-laboral del “emprendedor” celtibérico, o más bien un escalón por encima, porque, al menos, él se define como “mayorista” aunque, eso sí, “no limpia pescado”.

                 La moda del “emprendedor” empezó, como no podía ser de otra manera, en los tiempos de la burbuja inmobiliaria que tan generosamente empezó a soplar el dueño del dedo que designó a nuestro futuro presidente del gobierno. En aquella época todo el mundo era un “bisnesman” dedicado al negocio inmobliario: Si su familia tenía un terreno a ver cómo se lo recalificaban, haciéndose amiguete del concejal o alcalde de turno. Si no lo tenía pero era “pispo” y con contactos en la autonomía se hacía “agente urbanizador”. Si trabajaba en un banco y tenía crédito fácil (o aún más facil que los demás) dedicarse a hacer “pases inmobiliarios” y si no trabajaba allí, pero tenía un amiguete que sí, a hacer “clubs de inversión”, o, en su defecto a abrir una inmobiliaria como antes se abría un videoclub. Si a uno le iba más lo gansteril, a juntar y dirigir cuadrillas de peones, a ser posible de inmigrantes, que exigen menos, y si gritan cuando les estás arrancando los huevos, nadie les hace caso bien porque son negros, bien porque no se les entiende lo que dicen...

               Bueno, pues a toda esa fauna que no sabía hacer la “o” con un canuto y que de actividad productiva estaban al nivel del “prota” de pretty woman (¡a ver si por fin la echan en televisión, que tengo ganas de verla!), con la diferencia de que el tal Gere lo reconocía (lo que no reconoce, el muy cabrón, es que no es actor)..., a toda esta fauna, digo, había que ponerle un nombre: y que mejor que “emprendedor”: se conoce que alguien, en su juventud, había leido algo de Julio Verne (¿capitanes intrépidos?) El término prosperó entre estos rufianes y aunque ahora les han “chapao” el chollo, la tropa sigue dando la tabarra con la falta de oportunidades, la necesidad de ayudas del gobierno, bajada de impuestos... Estos lo que quieren es una pensión (pública, "of course") por los servicios prestados.

             En León era muy conocido un personaje singular que se paseaba por el centro de la ciudad con un enorme redondel de cartón en el pecho (le ocupaba todo el cuerpo) en el que, imitando el logotipo de los movimientos antinucleares de la época, se leía: “Curas y monjas no. Que trabajen”. A ver si me lo presta un rato para ponérmelo, con el mensaje “Emprendedores no. Que trabajen”.



P.D. Ya sé, Hank, que tú no eres de ese grupo. Tú, al menos vienes de casta, como el galgo. Pero, por favor, no te etiquetes como emprendedor: ¡No me hagas el ridículo! Defínete más como “empresario”, que además casi rima con tu nombre.